Caso Cipriano Martos
Roger
Mateos.
Caso
Cipriano Martos.
Vida
y muerte de un militante antifranquista.
Crónicas.
Anagrama.
La larga noche del franquismo es sin
duda lo peor que le ha pasado a este país, pese a que vuelvan por sus fueros
renovados cantos de sirena a negar tal evidencia. Durante 36 años se instaló un
general con su cuadrilla con ánimo vengador a matar, reprimir y arruinar todo
lo que se puso a su tiro. Prácticamente nadie conoce el caso de Cipriano
Martos, un jornalero andaluz que murió en un hospital de Reus a causa de los
malos tratos que le infligieron las sacrosantas fuerzas del orden en fecha tan
cercana como 1973, en lo que muchos siguen empeñados de manera falaz e
hipócrita en llamar “dictablanda”. Nacido nada más terminar la guerra civil en
un mísero pueblo de Granada, comenzó de muy niño a trabajar en el campo para
intentar paliar su hambre y el de su familia. Introvertido y con ansias de
superación, emigró pronto a Cataluña en busca de mejor fortuna. Allí encadenó
lo que hoy conocemos como trabajos basura y adquirió conciencia política,
engrosando las filas del PCE marxista leninista, rama política del FRAP, una de
las organizaciones más radicales de la clandestinidad. Pese a que dicha
organización era violenta y practicaba la acción directa, la actividad de
Cipriano no pasó de arengar a algunos obreros de cinturones industriales y
repartir pasquines. Pero el infortunio se cebó en este hijo del sur y fue
detenido cuando la dictadura ya languidecía, pese a que no cesó en su actividad
represiva, como casi todos sabemos. Los militantes del PCE (ml) eran duros de
pelar y tenían la consigna de no cantar por duras que fueran las torturas, y
Cipriano aguantó lo indecible en ese verano de 1973.
No queda claro, pese a los esfuerzos
del magnífico reportaje de Roger Mateos, si lo mataron o lo empujaron a
suicidarse, pero el caso es que ingirió un fuerte tóxico que acabó con su vida
en apenas tres semanas. El autor hace una exhaustiva reconstrucción de su
detención, torturas y últimos momentos, enlazando testimonios de su hermano y
de camaradas del partido, pero no puede asegurar si ese ácido que lo mató fue
introducido en su boca a la fuerza o lo ingirió motu proprio desesperado. Para
el caso es lo mismo, se trata de otra víctima mortal más de las 150.000 de un
régimen totalitario sin sentido. Ahora que se cumplen cuarenta años de la
aprobación de nuestra Constitución, no debemos caer en la tentación de
relativizar el esfuerzo que nos ha costado nuestro sistema de libertades, la
sangre que se ha derramado, las vidas que han quedado por el camino. Cipriano
Martos fue otro de los que cayó por nosotros.
Comentarios
Publicar un comentario