Thomas Snégaroff. Putzi, el confidente de Hitler.

 

Thomas Snégaroff

Putzi. El confidente de Hitler

Seix Barral, 2022, 399 págs.

 

Sin duda hay inflación de títulos tanto librescos como audiovisuales sobre todo lo que tiene que ver con Hitler y su ominoso Reich, pero es que es un tema que no deja de ser apasionante y sobre el que hay en dichos formatos bastantes cosas de calidad. Y ese es el caso de esta biografía novelada de Thomas Snégaroff sobre Ernst Hanfstaengl, más conocido como Putzi, un hombre cuando menos, curioso.

            De padre alemán y madre americana, medía dos metros, provenía de una familia por parte de su padre de marchantes de arte muy bien situados, poseía una gran cultura, llegando a graduarse en Harvard, tocaba el piano, era un gran lector en varios idiomas, etc…..Vivió la bohemia en el Nueva York de principios de siglo, donde fue amante de Djuna Barnes y se codeó con todos los intelectuales amigos de la célebre escritora. A principios de los años 20 volvió a Alemania, su otra patria, y allí asistió al ascenso del fatídico partido nacional-socialista, convirtiéndose desde primera hora en admirador, confidente, pianista, en definitiva, un próximo de Adolf Hitler, cayendo como casi todo el pueblo alemán bajo su hechizo.

            Vivió entusiasmado la larga travesía del desierto de los nazis durante Weimar, entreteniendo al futuro Führer tocando a Wagner al piano. Y vamos  a detenernos un segundo en el compositor de Parsifal. Hitler entraba en verdadero éxtasis con su música, en lo cual no se quedaba atrás  nuestro Putzi, y como sabemos, Winifred era también una fanática nazi de primera hora, siendo las sesiones en Bayreuth verdaderas misas paganas en pos del culto de una nueva era que se avecinaba y que debía de durar mil años.

            Una vez los nazis en el poder Putzi fue nombrado jefe de prensa con el exterior, y desde un principio chocó con Goebbels así como con otros prominentes líderes nazis, pero él tenía una especie de lealtad perruna hacia Hitler, al que admiraba.

            Nuestro hombre, finalmente, cayó en desgracia ante su partido y, tras varias peripecias, logró huir a Londres,desde donde al comienzo de la guerra fue enviado a Canadá a bordo de un buque, y allí fue internado en un campo, donde por supuesto los alemanes recibían mucho mejor trato que los presos del Reich. Sin extenderme mucho, diré que llegó a oídos del propio Roosevelt que había un nazi culto medio americano que podía ser útil en labores de información debido a su conocimiento de primera mano de los jerarcas alemanes, y fue trasladado a un pabellón militar desde donde enviaba al presidente de Estados Unidos largos informes acerca de la dudosa sexualidad de Hitler y otros detalles. El hijo de Putzi sirvió con lealtad durante la guerra en la armada americana, y al acabar la guerra y tras mil peripecias ambos se reencontraron. Putzi fue desnacificado y perdonado, y murió ya anciano en los años setenta. Si hay que poner algún pero a este apasionante libro es al empeño de su autor en hacernos caer simpático a su personaje, aunque eso quizá hace la obra más interesante. Respecto de la traducción, es buena pero abusa de los loísmos.

 

 

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