Mapa de soledades
Juan Gómez Bárcena
Mapa de soledades
Seix Barral, 2024, 395 pgs.
Interesante ensayo que aborda un solitario sobre la soledad, el mal de nuestras sociedades occidentales contemporáneas. El mundo está lleno de gente, sí, pero todos estamos solos, demasiado solos. La sociedad capìtalista premia la competitividad, el pisar al otro, en detrimento del comunitarismo de las sociedades antiguas, y así habitamos en moles, en medio de ciudades impersonales, sin saludar al vecino, muchos días sin ver a nadie a no ser que salgamos a hacer la compra o a pelarnos o al banco.
Recorrido por pensadores como Thoreau, los exploradoes de los dos Polos, Horacio Quiroga, Robinson Crusoe, Leonora Carrington violada en el Madrid franquista e ingresada inmediatamente en un psiquiátrico, Sylvia Plath metiendo la cabeza en el horno (tu corazón me hiere/como el mundo hiere a Dios), Virginia Woolf sumergiéndose en el río Ouse con los bolsillos del abrigo llenos de piedras ("Tú me has dado la mayor de las felicidades posibles, has sido en todos los sentidos, todo lo que alguien puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta que llegó esta enfermedad. Sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí podrás trabajar. Ya ves que no puedo ni siquiera escribir esto con propiedad. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida a ti. Has sido totalmente paciente conmigo.....e increíblemente bueno. Quiero decirlo, aunque todo el mundo lo sabe. Si alguien pudiera salvarme sólo podrías haber sido tú. Todo se ha marchado de mí, salvo la certeza de tu bondad). Conmovedora carta de despedida de una Virginia harta de alucinaciones, de desmayos y ataques, de escuchar a los pájaros cantarle en griego.
Alpinistas solos en la cumbre del Himalaya, los tripulantes del submarino Kursk ante la muerte, cualquier ciudadano o ciudadana que teme al fin de semana, a las vacaciones de verano, a la nochebuena, pues no tiene con quién estar, quien le pase la mano por el pelo, le de una caricia o un beso. Aprender a estar solo es un síntoma de inteligencia emancipadora, una derrota a satanás, que nos acecha en cada esquina para mortificarnos. Los artistas, los escritores, los insomnes, los "late sleepers", alimentamos nuestra querencia por una soledad creativa, pero nos gusta tener de vez en cuando a alguien que nos escuche, nos lea, nos comente lo que le ha parecido nuestra obra.
El autor se recluye cuatro diás en un monasterio cisterciense, explorar la soledad de un monje, el estilita en el filme de Buñuel. Escuchamos la radio, leemos, vemos una película, muchos hacemos todo esto en soledad, sin reciprocidad. Somos herederos del concepto de amor del romanticismo y, claro, la pareja está sobrevalorada, si no la tienes has fracasado en tu proyecto vital, o eres raro, quizás hasta estás enfermo, eres un psicótico, un outsider. Ulises se tapa los oídos con cera para no oír los cantos de las sirenas, los personajes del Antiguo Testamente escuchan la voz de Yahvé, que les pide holocaustos, a veces de sus propios hijos. Auschwitz, Mauthausen, la soledad ante la cámara de gas en la solución final, o la de los condenados en el corredor de la muerte...soledad,soledad.....
Percutante libro que toca el alma, despierta la conciencia, empuja a querer a los que nos rodean. La soledad bien dosificada enriquece, en exceso y sin escoger mata.
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