Hoy, un caluroso martes de septiembre, principio este blog para escribir mis paridas sobre cine y otros asuntos. El título se corresponde con aquellos sábados de mi niñez, al poco de morir el general de los Nodos, cuando comenzaba, creo recordar, la tele en color.
Había  dos pelis, una en la sobremesa, sesión de tarde, para niños, y otra por la noche, sábado cine (espero acertar y que mi memoria de señor provecto no me traicione), en la que se podían ver películas de adultos, preferentemente cine de los setenta, Woody Allen, Robert Redford, Jane Fonda y todo eso que forma parte del imaginario de los baby booms que vinimos a este lacrimarum valle por fines de los sesenta.
La foto que cuelgo es la de doña Ingrid, una diosa de la que siempre anduve enamorado y cuya muerte, en un caluroso verano del 82, poco antes de la victoria de Felipe en las elecciones, me tocó como algo propio.
Quien ama el cine, ama la vida. Eso al menos creo. No puedo vivir sin el séptimo arte, procuro ver de todo, así como leer libros temáticos. Una buena biblioteca y el portal filmin me surten, pues lo que se estrena en pantallas está muy alejado de mis intereses, salvo raras excepciones, como Abracadabra, que vi este agosto en un cine de verano y me dejo "touché".
Nos vemos por aquí, si, amable lector o anónimo amigo o enconado enemigo, tienes la amabilidad de entretener tus ocios, que diría Montaigne, con materia tan frívola y tan vana. Vale.

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