Sueño de una noche de invierno

Sueño de una noche de invierno.



El serbio Paskaljevic hace aquí su particular incursión en todo el dolor que provocó la guerra de los Balcanes.
Lazar vuelve a casa tras diez años de ausencia, con una atroz neurosis de guerra. La casa está ocupada por dos refugiadas, una madre y su hija autista. Pronto van a formar un triángulo desde el que paliar sus orfandades, sus neurosis, su falta de referentes afectivos. Nada se nos dice del pasado sentimental de Lazar, mientras que ella está divorciada de un hombre que las abandonó por la enfermedad de Jovana, quien va a tener el primero mucho que ver en el forzado desenlace del film, lastrándolo un tanto.
Pero la felicidad es imposible. Aunque la historia en un principio pueda parecer algo previsible, el guión pronto va a girar hacia cotas dramáticas cargadas de un fuerte simbolismo, a la vez que a una despiadada crítica nada velada de Milosevic, pues aunque la guerra ha terminado y el país intenta su reconstrucción, toda esperanza es vana. La niña Jovana, deambulando por el bosque al final como única superviviente del trío inicial, es una explícita metáfora de un país sin rumbo, que no puede cerrar sus heridas. De nada ha valido el intento de expiación, de convivencia: la violencia larvada aparece, en todas partes, haciendo imposible cualquier proyecto de vida. Un film sin concesiones, que se aleja de toda tentación comercial y, pese a algunos fallos, imprescindible en la filmografía contemporánea, sobre todo para nosotros, que nos encaminamos hacia una casi segura balcanización, que espero sea incruenta y no perjudique mucho nuestros bolsillos.

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