Bécquer y Unamuno.

 

Joan Estruch Tobella

Bécquer. Vida y época.

Cátedra, 2020.

 

Jean-Claude y Colette Rabaté.

Mguel de Unamuno.

Galaxia Gutenberg, 2019.

 

 

Recuerdo a nuestro Muñoz Molina quejarse siempre amargamente de la escasa tradición española en el género de la biografía, sobre todo en comparación con el mundo anglosajón, pero en estas segunda y ya frisando tercera décadas de este convulso siglo XXI se está por fin alejando esa maldición y nos encontramos en un espléndido momento del género en este país, como pueden ser muestra estos dos estudios, el de Bécquer del profesor Estruch Tobella y el de don Miguel de Unamuno de los hermanos Rabaté, que aunque franceses, son de origen español.

            Hay muchos más datos sobre la vida de Unamuno, que se nos muestra meticulosamente en el estudio de los hermanos Rabaté, (aunque como veremos esta biografía, aunque magnífica, cojea pues se centra en la vida política del gran pensador vasco, sin ocuparse de su obra y simplificando así su figura), que de la de Bécquer, aunque tan sólo treinta años separan ambos nacimientos.

            Comenzando con el poeta sevillano, fue sin duda un renovador de la poesía española en el siglo XIX, posterior al pleno romanticismo de los Espronceda y Zorrilla, aunando en su breve corpus poético, sus famosas rimas, lo culto con lo popular, en una búsqueda del amor platónico así como con la presencia continua de una muerte que persiguió al poeta, obsesionándole, y visitándole demasiado pronto. No tan conocido hoy como en otras épocas, sin ir más lejos durante el bachiller de quien esto suscribe, influyó en la generación del 27, particularmente en Cernuda, quien a su vez hizo mucho por la causa de su gloria.

            Bécquer tampoco fue ajeno a los avatares de la política, al desarrollarse su corta vida durante el turnismo cristino e isabelino, en el que ocupó cargos como el de censor de novelas y  redactor de periódicos y revistas, con sueldos no precisamente malos y casi siempre al amparo del todopoderoso González Bravo, con cuyo moderantismo comulgaron los hermanos Bécquer. Su hermano Valeriano, verdadera piedra de toque en la vida de Gustavo, fue un grabador y pintor de cierto éxito, que solía colaborar, como su hermano, en las publicaciones de la época.

            Fue por tanto el poeta sevillano también un destacado periodista que no rehuyó el campo del periodismo político, pese a embarcarse también en ambiciosos proyectos culturales como el malogrado estudio sobre los Templos de España a la par que probó fortuna con el teatro y los libretos de zarzuela. Pero lo más destacado de su producción, aparte sus rimas, son sus archiconocidas leyendas, de tipo histórico-mitológico con un tono de misterio sobrenatural que las hace muy atractivas.

            Tuvo nuestro poeta que sepamos una pasión por Julia Espín, soprano de malograda carrera, con la que rompió y que puede que fuera quien dio pie a sus lamentos amorosos, pues su matrimonio con Casta fue breve y desgraciado. No sabemos muy bien de qué murió, no nos lo sabe detallar el profesor Tobella, aunque siempre se ha señalado la tuberculosis como la causa de su fin. En definitiva, estamos ante una más que completa e interesante biografía estudio que debe ser de obligatoria lectura para los estudiantes a partir de los catorce o quince años, pues lejos queda aquella época en la que los colegiales estudiábamos su obra con la precisión de un orfebre e incluso recitábamos aquello de poesía eres tú a nuestros primeros amores.

            El estudio de los Rabaté sobre don Miguel es exhaustivo, mucho, pero se centra como decimos en su vida de hombre público. Realmente, pocos intelectuales patrios han dedicado tanto tiempo a pensar España y su ser con la profundidad del ensayista, poeta y novelista bilbaíno, quien también pasó a la acción. Don Miguel siempre estuvo concernido por los males de España y pasó de una vida casi siempre vinculada al progresismo a un cambio rápido durante la Segunda República, a la que ayudó a traer y con la que pronto se desengañó. De unas creencias religiosas que llegaron a angustiarlo, nos ha dejado sobre el tema espléndidos ensayos como La agonía del cristianismo, Del sentimiento trágico de la vida o esa corta y espléndida novela que es San Manuel Bueno mártir.

            Sufrió en sus propias carnes los rigores de la dictadura de Primo de Rivera, que lo desterró, llegando a pasar  todos esos años exilado, para retornar tras su caída a España como un verdadero ídolo de masas. Siempre contradictorio, apoyó, ya mayor y desengañado, el golpe de los militares africanistas para volver a arrepentirse al poco tiempo y terminar sus días en arresto domiciliario en su querida Salamanca. Fue un hombre vehemente y contradictorio que nos dejó una obra extensa que conviene revisar.

 


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