Catalunya y España




Catalunya y España.



El conflicto entre Catalunya y España ha tomado un cariz insoportable, y aunque haya que repartir culpas, la cerrazón del gobierno del Partido Popular es altamente responsable de una dialéctica que se ha tornado endiablada y amenaza la vertebración del Estado y a nuestros bolsillos. Crisis secular, que arranca, a mi entender, del cambio dinástico, cuando el primer Borbón se tomó la licencia de cerrar la Generalitat y tuvo su clímax en el franquismo, cuando Catalunya (como por otra parte todo el país) sufrió  una represión brutal, que comenzó con el cobarde asesinato de su president que sólo terminó con el regreso, a la muerte del dictador, de Tarradellas, president en el exilio y único representante del legitimismo republicano que fue acogido y aupado de nuevo a un poder del que sólo fue expulsado mediante  un golpe y una atroz dictadura.

Puede que los indepes se hayan saltado la legalidad, lo ignoro pues no soy jurista, pero las medidas represivas que ha tomado el gobierno central con el cobarde apoyo del PSOE, verdadero tonto útil de la derecha en todo este proceso, como son la aplicación de ese artículo, que conlleva la suspensión de un gobierno elegido por el pueblo, y lo que es peor, la encarcelación de Junqueras y siete de sus consejeros, es algo muy extremo e injusto que es aprobado por Europa de aquella manera, por la puerta de atrás y creo, según leo en la prensa extranjera, que sin demasiado entusiasmo y obedeciendo a complicados cálculos  en exceso posibilistas.
Puede que los detenidos salgan pronto, cosa que como demócrata deseo, pues dos delincuentes convictos y confesos como Rato y Urdangarín anda sueltos en lo que  resulta un agravio en demasía comparativo.  Hay elecciones en unos días, supongo que impuestas por Europa, y espero y deseo que se abra un  período de diálogo, sin más medidas punitivas, en busca de una solución sensata para encajar de una vez la estructura de nuestro estado acorde con los tiempos y las nuevas demandas, una vez agotado el espíritu  y la letra de la constitución. Es necesaria la imaginación y la generosidad, no tomar  por el camino fácil. La política es diálogo, y a nuestros representantes les pagamos (y muy bien) para que soluciones problemas, no para que los creen. Los ciudadanos de este país no nos merecemos este continuo trasiego, esta ansiedad, y creo que reclamamos consenso y sentido común.






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