El chaleco de Satie
El chaleco de Satie.
Paseo de noche por una ciudad en la
que casi nunca llueve, en la que en mi adolescencia pasé ratos inolvidables
junto a muchas personas mayores que ya no viven. Era escuchar carrusel
deportivo con un carajillo y un ducados en tardes de domingo memorables entre
anuncios de anís del mono y boquillas targard. Entonces el fútbol no era tan
sucio, no estaba tan mercantilizado: Juanito, Quini, Santillana, Satrústegui.
Los domingos eran en blanco y negro, boquillas con carmín y tapas de magra con
tomate.
Pronto vino el caballo y la
prostitución: salir a la calle era una odisea, los yonquis te asaltaban,
desdentados, en pleno mono, las putas hacían la calle por todos lados.
Regalábamos a las chicas el miedo la libertad. París en agosto del 88, mucha
muerte alrededor, el segundo mandato de Miterrand, huelgas, anuncios de
urgencias psiquiátricas iluminaban de noche las aceras.
A Quini lo secuestraron unos chorizos
de quinta fila, estuvo un mes comiendo bocadillos. El brujo, copas de coñac,
tazas de menta poleo, Pessoa, Luis Antonio de Villena. Una guerra no enterrada,
los supervivientes te hablaban del frente del Ebro, la defensa de Madrid.
¿Has
leído “La montaña mágica?”, no pero me gustas, te invito al cine aunque a tu
novio no le haga gracia. Tu rizo, tu sonrisa, te echo de menos. Leí la obra de
Mann a los 43 años, la edad del fin de la inocencia, el comienzo de la vejez.
El new british free cinema, íbamos a Inglaterra a mejorar el inglés, a comprar
libros y discos, alguna chupa de cuero. Me alegraría verte, repasar contigo la
infumable actualidad, ver por dónde van tus lecturas, cómo envejeces. El
Cadillac de Loquillo duerme en algún garaje, Almodóvar es una mala copia de sí
mismo. Se lleva lo retro: el antiguo cine patrio, la copla. Me impactó
Rashomon, luego un té verde y acompañarte a casa. No había redes sociales ni
móviles, llamábamos al fonoporta, quedábamos un día antes. Los Smiths suenan
todo el día en radio tres, Londres es el centro del mundo pero te encuentro en
los Campos Elíseos y no me ves, estar en Varsovia y en París como en el film de
Kieslowsky o el relato de Borges que tanto te gustaba.
Ayer soñé contigo, te alegrabas de
verme. Tenemos que resistir, vencer la partida al tiempo, el frío, la soledad,
el fracaso. De los poetas de entonces sólo releo a Villena, a Claudio
Rodríguez, Pessoa se me quedó por el camino, Estrellita Castro, otro doble,
mujer sin atributos…..
Ahora me toca preguntar a mí, ¿has
escuchado “el canto de la noche” de Szymanowsky? Conexión entre Polonia y el
mundo sufí antes de que los nazis pusieran sus sucias botas en todos lados.
Cristiano se lleva otro balón de oro pero tiene que dejar de visitar a su amigo
marroquí: no le dejan ser libre, nosotros hemos conseguido más, vivimos con lo
puesto pero no toleramos imposiciones de la Iglesia, la reacción, la carcunda.
Los únicos paraísos son los paraísos
perdidos aunque recodar resulte obsceno……”después de tanto amor y de tanto fracaso….”.
Mahler, los Kindentoten Lieder: a
menudo pienso que han salido a pasear….Araceli se emocionaba con esta pieza, no
me extraña. Te recuerdo en aquellas lluviosas tardes de noviembre de hace
treinta años, te requebraba, tu novio se ponía celoso, una noche tuvimos un
encontronazo que se saldó sin más contratiempo. Existía una cierta comunión
entre ambos, vimos el imperio de los sentidos, te encantaba Pessoa, al que vi
poco después en París en los escaparates de todas las librerías, le livre de
l’intraquilité, eras mi Diotima, usque te cano.
Liszt y Wagner están en Venecia, son
suegro y yerno pese a tener la misma edad, año arriba o abajo. Richard se
siente mal y su suegro, previendo su fin, compone la lúgubre góndola, una pieza
cromática plena de hermetismo como casi toda su última etapa.
Todo tipo de sombras me acechan por
las calles, paro en alguna terraza a tomar café, sol y viento en mi cara, un
hálito de vida. Mixing memory and desire. Busco un alma gemela que se emocione
al escuchar la misa en si menor de Bach pero no pasa nada, todos nos
acostumbramos a la soledad .El matrimonio, la pareja, no deja de ser encerrarse
en un mundo reducido, escoger a alguien de entre la multitud con egoísmo para
pagar a medias las facturas. Prefiero abrirme, conocer al mayor número de gente
posible, hablar. No recuerdo quién dijo que coleccionaba crepúsculos. Me relaja
contemplar el mar en invierno, sentir sus gotas de sal en mi piel, cerrar los
ojos.
Viendo el entierro de Tierno en el
frío invierno del 86 en un bar, no teníamos televisión. Un millón de personas
largo acudió si no recuerdo mal. El viejo profesor era todo un referente para
los que nos sentíamos de izquierdas. John Huston dirige dublineses agonizante,
en silla de ruedas. La vi en el otoño del 88 y quedé pegado a la butaca,
petrificado. Nieva sobre Dublín, sobre los vivos y los muertos. Hoy casi todo
es mediocre, aburrido y no sé apenas de ti. Se han cumplido 80 años del cobarde
asesinato de Federico y casi nadie lo rememora, qué país…..quiero dormir un
rato.
Comentarios
Publicar un comentario