Calle Este-Oeste



Philippe Sands.
Calle Este-Oeste.
Anagrama, 2018.




No  recuerdo dónde leí una reseña muy elogiosa de este libro, y como cada vez que veo u oigo algo sobre el Tercer Reich mis ojos y oídos se ponen alerta, entré en la web de la biblioteca y vi que lo tenían. Lo reservé y me llegó a los dos días (chicas y chicos del Luzzy, gracias, siempre me surtís estupendamente de pelis y libros). Me dispuse a leerlo, y a las pocas páginas estaba literalmente subyugado por las peripecias de esos hombres y mujeres polacos que resistieron contra viento y marea a esos carniceros nazis, y pudieron muchos escapar y hacer su labor reparadora y de memoria contra la barbarie. Temo que mucha gente ignora el verdadero alcance de todo el mal que hicieron Hitler y sus secuaces y lo mucho que costó derrotarles, animo a todo el mundo a leer y documentarse sobre este asunto, que es apasionante.

Philippe Sands es un jurista británico que trabaja en asuntos de genocidios y delitos de odio en Tribunales como el de La Haya. Sus abuelos eran judíos polacos y pudieron escapar a tiempo de Viena y refugiarse en París y murieron ya de viejos. Su madre salió, o mejor, la sacaron, con apenas unos meses y se reunió primero con su padre, luego con su madre y vive. El autor comienza reconstruyendo la vida de su abuelo, Leon, judío de Lev, electricista, hombre de bien que tuvo la enorme suerte de poder salir a tiempo de Viena poco después del Anchluss, pero quedó tocado y apenas pudo el resto de su vida (vivió casi cien años) trabajar ni descansar ni tener un mínimo de paz. Estas páginas dedicadas a su familia me parecen lo más  destacable de esta obra, bien hilvanada y documentada. Dedica páginas a la peripecia de su abuela, que no salió de Viena hasta ya entrado 1941, al parecer  debido al romance extramarital que mantuvo con un hombre de allí, del que Sands sospecha que pudo ser su verdadero abuelo biológico. 
Pero la segunda mitad del libro, más técnica y algo farragosa, reconstruye las peripecias de dos juristas judíos del mismo pueblo de sus abuelo, Lemkin  y Lauterpacht, que huyeron con desigual suerte, uno a USA, el otro a Inglaterra, y colaboraron luego en los famosos juicios de Nurenberg intentando que se tipificaran contra esos carniceros los delitos de genocidio y crímenes contra la humanidad. Se para bastante en términos jurídicos, pero sin aburrir con exceso de tecnicismos, lo que permite a cualquier lego (con un mínimo de formación, claro está) seguir su apasionante narración. Este libro, a medio camino entre la novela histórica y el ensayo ha supuesto para mí toda una lección de vida y rigor y lo recomiendo a todo el mundo.


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