gol en balaídos.







Gol en Balaídos





Muchas cosas van unidas a mi infancia: el pandillero, las largas vacaciones en la playa, la rígida y absurda disciplina de un colegio de curas. Entonces sólo había dos canales de televisión, los dos de TVE, la televisión creada por Franco.

            Sentía pasión por el fútbol, no como ahora, que me resulta un entretenimiento más, que a menudo me aburre. Pero entonces no había TDT, ni fútbol de pago. Me alimentaba de la radio, que era de calidad. Los fines de semana me solía poner triste, no sabría decir por qué.

            Pero llegaban los partidos, y me pegaba a la radio con mi abuelo. Hay una frase corta, de tres palabras, que solía repetirse tras un intenso pitido: gol en Balaídos. Es la frase que más recuerdo de aquellas tardes de domingo. No gol en el Camp Nou, ni en el Bernabeu, sino en Balaídos.

            El Celta es un club modesto, que ha  pasado siempre largas temporadas en segunda. Pero aquella frase se repetía, machaconamente, todos los fines de semana. gol en Balaídos.

            El Celta está actualmente en primera, y sigue siendo un club muy modesto. No recuerdo tanto los goles de Cruyff, o más tarde de Maradona o de Rubén Cano o de Gordillo. No tenía entonces un equipo favorito, aunque recuerdo lo mal que lo pasé en una final de copa entre el Betis y el Athlético de Bilbao. Fue un partido épico, que si la memoria no me falla se decidió en los penaltis. Iba con el Athlétic Club.

            Las televisiones eran entonces muy modestas, y la imagen no era tan nítida como hoy. No había tantos medios. Recuerdo cuando se inventó la moviola, que supuso toda una revolución en las retransmisiones televisivas.

            El país, entonces, acababa de salir de una espantosa dictadura de casi cuarenta años. Había mucho miedo, mucha incertidumbre. Estaba aún en su apogeo la Guerra Fría, y ETA mataba casi todas las semanas, normalmente a policías y guardias civiles, hijos del pueblo, un pueblo al que esos asesinos decían representar desde su locura separatista y leninista.

            Aquellas tardes de domingo de mi niñez van unidas a muchas sensaciones. Pertenezco a la última generación que ha crecido con la radio, antes de que las nuevas tecnologías invadieran los hogares. Los niños de hoy apenas escuchan la radio, sumidos como están en toda esa parafernalia de wifi, consolas, etc, etc.

            Pero el fútbol sigue, aunque ha cambiado mucho. Hoy hay canales diversos, la mayoría de pago. En los últimos seis años hemos disfrutado de la selección y el Barsa de Guardiola. Messi ha marcado la diferencia: un auténtico mago que ha jugado como nadie que yo haya podido ver. Ahora está en horas bajas, temo incluso que haya llegado el final de su carrera.

            A pesar de todo esto, el fútbol no es para mí la pasión que era cuando niño. Ahora se ha alejado la sempiterna figura del dictador, aunque llevamos dos años y medio con un gobierno de tintes muy autoritarios que hace unas políticas antisociales cuyos efectos serán muy difíciles de reparar.

            Sigue habiendo goles en Balaídos. El Celta seguirá al menos un año más en primera, pero nada es ya lo mismo.

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