DXI...esto ya está.....
Bueno, aguantaron y quedó prácticamente
sin moverse el ejército Centro-Sur, donde supongo que estuvo Bernardo esperando
destino, pues no estuvo ni en la batalla del Ebro ni en la de Cataluña. Ese
ejército desmovilizado, lo sabemos ahora, estuvo en buena parte conspirando con
Casado. Cayó Cataluña, y Casado y Besteiro, con Carrillo padre, dieron su golpe
en lo que sería una guerra civil dentro de una guerra civil. Cartagena fue uno
de los principales puntos del golpe, junto con Madrid. No me voy a extender,
pero las tropas leales hundieron el destructor franquista Castillo Olite y
hubo, al igual que en Madrid, una lucha a muerte entre los leales comunistas
con algunos socialistas contra los sedicentes anarquistas, socialistas y
republicanos. Ignoro si Bernardo estaba ya en Cartagena o siguió en otra zona
del centro-sur, el caso es que poco
después volvió a su pueblo, La Unión,
donde un compañero de colegio lo denunció. El golpe llevó a Negrín y lo que
quedaba de su gobierno, que estaba en Elda, a huir definitivamente. La guerra
estaba perdida, ahora vendría la huida, de los que pudieron, como Andrés
Conesa, que estuvo un tiempo preso en Argelés, o los que se tiraban al mar en
el puerto de Alicante, y las decenas de miles de valientes fusilados por el
general Franco.
Bernardo contaba siempre que había salvado
dos vidas .La de un hombre que se estaba ahogando en la playa de Tetuán y al
que tuvo que dar un puñetazo para dejarlo inconsciente y llevarlo a la orilla,
y la del obispo de Teruel, en el frente, al que querían fusilar y él dio la
orden a sus hombres de que lo subieran a un camión y lo depositaran en la
frontera francesa. Líster da noticia en sus memorias de algo así, no
exactamente. Y sí, la vida de Bernardo tocaba a su fin. Se dormía, apenas se
quitaba el oxígeno para hablar, iba a la cama, le costaba dormir, le costaba
ducharse, se nos iba, se nos iba para siempre, como nos tenemos que ir todos,
estamos invitados a una fiesta que es demasiado corta y llena de guijarros, y
en vez de aprovecharla nos ponemos más piedras, nos empeñamos, como dice Gil de
Biedma, en ser peores que nosotros mismos.
Yo había vivido un amor imposible, un amor
no correspondido que me dejó marcado de por vida, con una chica de mi pueblo,
con alguien excepcional que pese a no corresponderme jamás me rechazó, y le
estaré eternamente agradecido. La película Memorias de África había puesto de
moda a Isak Dinesen y mamá compró un ejemplar de Cuentos de invierno, en la colección
Alfaguara de tapas azules. Yo escribí unos versos de Cernuda en la portada para
regalárselo a mi diosa: “Sálvame o condéname / mi destino está en tus manos /
pero así no me dejes / estar vivo y perderte”. Cernuda, el poeta de moda
entonces, junto con Pessoa y Luis Antonio de Villena, entre las chicas cultas
hacían furor. Lo medité largamente antes de entregarle ese libro, me estaba
poniendo francamente pesado con mis requiebros. Al final no se lo di e hice lo
correcto. Hace mucho que no la veo, más de veinte años, pero todos los
recuerdos que guardo de ella son entrañables, me gustaría que fuera mutuo.
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